El CO2, el vapor de agua y otros gases que forman parte de la atmósfera tienen la particularidad de absorber calor que emite la Tierra por lo cual ésta evita perder gran parte de dichas radiaciones hacia el espacio. Este fenómeno recibe el nombre de efecto invernadero y los gases con dicha propiedad se llaman gases efecto invernadero (GEIs).
El cambio climático no se detiene. El estilo de vida actual y las grandes emisiones de gases de efecto invernadero por parte de la industria, han puesto en riesgo el futuro y la supervivencia de todas las especies.
Es así, como se hace necesario reducir las emisiones de CO2 o almacenarlo y eliminarlo a través de sumideros de carbono. Los árboles y los productos de madera tienen una capacidad única para hacerlo y contribuir así a la mitigación de los efectos del cambio climático.
Todo el carbono almacenado por los árboles, continúa en los productos elaborados en madera. Así, el uso de la madera como materia prima, evita que el CO2 acumulado sea liberado nuevamente a la atmósfera.
Las construcciones con base de madera, no solo representan una baja huella de carbono sino que ayudan a “secuestrar” el CO2 por largos periodos de tiempo. Según datos del Pew Center on Global Climate Change, por cada tonelada de madera producida, se extraen de la atmósfera 1,8 toneladas de dióxido de carbono.
Los bosques son los principales sumideros naturales de carbono, pero reemplazar el cemento y el acero por materias primas como la madera, también podría convertir a las diferentes edificaciones en sumideros urbanos.
Finalmente, la madera como material de construcción, sigue absorbiendo y almacenando CO2 de la atmósfera a lo largo de toda su vida útil y, su extracción responsable y sostenible, contribuye a garantizar la preservación de los bosques.